El Concilio De Los Sueños
The online exhibition “El concilio de los sueños” (curated by Nicole L’Huillier) was the first exhibition of the museo intangible de artes audiovisuales (miaau) as part of one «Umbral» (Threshold) that composed the 15th Bienal de Artes Mediales (Santiago, Chile), January 2022.
Artists: Patricia Dominguez, Jenna Sutela, Paula Baeza Pailamilla, Guadalupe Maravilla, Gabriella Torres-Ferrer, Daniela Catrileo, Nia de Indias, Christian Oyarzún, Julian Dupont, Josefina Buschmann, Adam Haar Horowitz & amigxs (Agnieszka Kurant, Eyal Perry y Pat Pataranutaporn), and Nicole L’Huillier.
“El concilio de los sueños” is composed as a drift through multiple notions of reality, where we simultaneously exist in physical, immaterial, (a)temporal, and digital forms. Through this drift, we wander in the possibilities of the “council” and the idea of reconciliation or conciliate both translations of the Spanish word “concilio“. Also, the act of conciliar el sueño translates to falling asleep, how one finds the dream state. This is a gathering space for collective dreaming, a place for multidimensional encounters and dialogues that was nurtured during times of planetary reconfiguration and the promise of the new Constitution for Chile.
[Español] Texto
El concilio de los sueños
Entre realidades, sueños, psicodelia y cibernética. Habitar una casa en movimiento
Un umbral marca un límite, por ejemplo el adentro y el afuera de nuestra casa, de nuestrxs cuerpxs, las distintas fronteras que habitamos. Un elemento poroso que a la vez une y separa mundos. Las múltiples nociones de realidad en las que coexistimos se entrelazan por umbrales que nos permiten entrar y salir, habitar otrxs cuerpxs, espacios y temporalidades. A veces el umbral es tan difuso que perdemos de vista su forma y nos diluimos entre distintos territorios y lógicas. Perdemos de vista las fronteras y habitamos múltiples mundos que se funden unxs con otrxs. Nos confundimos en distintos estados de conciencia, temporalidades y modos de percepción. Pareciera que lentamente nos despertamos de un largo sueño y siguiéramos en un estado letárgico y confuso en el que no se distingue muy bien donde estamos. Quizás porque nunca despertamos realmente. Quizás porque estamos en demasiadas partes al mismo tiempo. Nos fragmentamos.
¿Y qué pasa si en vez de fragmentarnos aprendemos a habitar en múltiples lugares simultáneamente?
Aprendemos a ser en movimiento y así poder entrar y salir fluidamente por puertas que constantemente cambian de forma, posición y significado.
Las cosas florecen en una mezcolanza entre distintas nociones y capas de realidad. Una especie de humus entre cotidianidad, URLs, IRLs, mundos surreales, temporalidades, avatares, memes, lo físico, lo digital, lo real, el dolor de espalda, lo inmaterial, la magia, el deseo, lo más-que-humanx, la vida, el pasado, la fantasía, lo desconocido, la cibernética, lo nuevo, lo antiguo, lo mineral, lo orgánico, la muerte, la ficción, los incendios, lo olvidado, el futuro, lo oculto, el delirio, los miedos, lo proyectado, las risas, el presente, lo recordado.
¿Qué podemos aprender si nos entregamos al humus y aceptamos que la falta de nitidez y distinción pueden ser lugares mucho más fértiles que la ilusión de una claridad única, objetiva y estéril?
Quizás una manera de responder y actuar frente a las tantas crisis, emergencias y múltiples revoluciones que nos envuelven, consumen y activan, sería tratar de aceptar y encuerpar la desorientación como un lugar de empoderamiento para recalibrar nuestros sentidos, sistemas, cuerpxs e intuiciones desde ahí.
Una mini revolución en protesta a la búsqueda del “norte” o de una claridad estática y de límites rígidos.
Podemos construir con la desorientación nuestra brújula, una brújula que no apunta al norte porque eso no es lo que estamos buscando.
Como una nube
Un hito que no es hito
Un punto de referencia en movimiento
Una nube también es un umbral
En su forma atmosférica y digital
Un espacio de proyección y navegación
Hay quienes saben leer las nubes y así anticipar o entender sucesos y fenómenos de los sistemas de los cuales somos parte. Algunxs encuentran en las nubes un reflejo de sí mismxs, como si fuera un espejo. Un espejo también es un umbral.
El umbral, el espejo, la nube, son todas fronteras que nos contienen y dan forma.
Una nube es un sistema nómada y en transición que nace probablemente del océano y viaja por la atmósfera guiada por fluctuaciones de presión y radiación, sin necesidad de pedir permiso para pasar por aduanas y otrxs bordes arbitrarios.
Una nube probablemente nace del océano, el mismo océano que está atravesado por ductos y cables que mueven datos y conectan granjas de servidores que se tragan el agua para apaciguar la sed de una nube que no es nube, pero que nos seduce con su intangible promesa de libertad, pero en vez de liberarnos, nos somete a sus reglas de hiperconectividad, consumo, control y poder.
Nos confundimos y terminamos rindiendo tributo a señales y códigos, a 0s y 1s. Nos disolvemos en información, habitando una máquina que distorsiona el tiempo, olvidando nuestrxs cuerpxs, y lxs dejamos esperando en la otra realidad, esa donde unx a veces se enferma y las lágrimas son saladas.
Nos convertimos en cuerpx sin órganos, tenemos bocas pero no podemos gritar.
Quizás seguimos durmiendo.
Esa drástica fragmentación que implica el pasar de un umbral a otro nos tiene mareados. Quizás acá estaría bueno poner una alarma y despertar. Necesitamos un cable a tierra para acordarnos de que a pesar de surfear lejos por 0s y 1s, seguimos adorando el aire que respiramos y que si los distintos tipos de nubes son espejos de nosotrxs mismxs, deberíamos dejar de vivir obsesionados con el control y así quizás ella -y los que la controlan- nos dejan de controlar de vuelta. Quizás si somos escurridizos, como una nube o el agua que la conforma y aprendemos a habitar multidimensionalmente ya no habría mucho que controlar. Nos diluimos en el aire, no para desaparecer, si no que para aparecer en múltiples formas.
En vez de vivir fragmentadxs y en constante pugna con la realidad y nuestras identidades, podríamos explorar la fragmentación como oportunidad. Vivimos entre umbrales, habitamos la frontera, no somos ni de aquí ni de allá, pero en vez de no ser de ninguna parte, podemos elegir ser fluidamente de muchas, quizás podemos aprender a ver “con ojos de serpiente y aguila” como propone Gloria Anzaldúa. Quizás podemos pensar en modelos o maquetas para explorar maneras de habitar umbrales en movimiento y así no tener que fragmentarnos tanto a medida que vamos de umbral a umbral. Podemos imaginar estrategias para navegar más fluidamente la confusa realidad que se diluye entre nuestros dedos. Para eso tenemos que trabajar en nuestra propia plasticidad y aprender del agua que se convierte en nube, vivir en una constante transición de fase a fase.
Los modelos sirven para proponer y dar forma, para maquetear y comunicar ideas, son instrumentos para pensar al hacer. De esta manera, como una colección de modelos, esta muestra reúne y pone en diálogo el trabajo de artistas que viven entre mundos y exploran espacios multidimensionales de cuidado, multiplicidades fractálicas, coexistencia e interdependencia más-que-humanas, donde la imaginación y especulación son herramientas políticas que reescriben la historia desde otros registros perceptuales y temporales.
La muestra intangible propone un lugar de acción y poética que rearticula nuestra relación con otrxs, incluyendo otrxs tipos inteligencias y el colectivizar fuera del cerebro humanx, escuchando con respeto y aprendiendo de saberes ocultos y resilientes, modelos donde los sueños son semillas y estómagos a la vez y hay rituales vibracionales que alteran como absorbemos el mundo del que somos parte.
Todxs pueden ser entendidos como una forma de habitar umbrales en movimiento. Cada uno compone y explora distintas formas posibles de habitar una realidad porosa y dinámica. Por medio de su trabajo este grupo de artistas proponen experimentos y modelos para viajar en una deriva entre realidades y distintas dimensiones simultáneas donde la ficción nos ayuda a reorganizar la realidad, donde se resisten nociones lineales y hegemónicas de ser, habitar, y construir mundos. Un espacio de estimulante experimentación que responde a un momento, donde es urgente cuestionar y reformular lo que damos por hecho, y poner en práctica formas de habitar fluidamente una casa en movimiento.
[English] Text
El concilio de los sueños
Between realities, dreams, psychedelia, and cybernetics. Inhabiting a house in constant flux.
Un umbral marks a limit, for example, the inside and outside of our house, of our bodies, the different borders we inhabit. A porous element that unites and separates worlds. The multiple notions of reality in which we coexist are intertwined by umbrales that allow us to enter and exit, inhabit other bodies, spaces, and temporalities. Sometimes the umbral is so diffused that we lose sight of its shape and we dilute between different territories and logics. We lose sight of the borders and we inhabit multiple worlds that fuse between each other. We confuse ourselves into different states of consciousness, temporalities, and modes of perception. It seems that we slowly wake up from a long dream and we are in a lethargic and confused state where we cannot distinguish very well where we are. Maybe because we never really woke up. Maybe because we are in too many places at the same time. We are fragmented.
What if instead of being fragmented, we learn how to inhabit multiple places simultaneously?
We learn to be in flux and therefore are able to fluidly enter and exit through doors that are constantly changing shape, position, and meaning.
Things bloom in a mezcolanza between different notions and layers of reality. Some sort of humus between the quotidian, URLs, IRLs, surreal worlds, temporalities, avatars, memes, the physical, the digital, the real, back pain, the immaterial, magic, desire, the more-than-human, life, the past, fantasy, the unknown, cybernetics, the new, the old, the mineral, the organic, death, fiction, forest fires, the forgotten, the future, the occult, delirium, fears, the projected, laughs, the present, the remembered.
What can we learn if we give ourselves into the humus and we accept that the lack of sharpness and distinction could be places that are much more fertile than the illusion of a unique, objective, and sterile clarity?
Perhaps a way to respond and act in the face of so many crises, emergencies and multiple revolutions that envelope, consume, and activate us, could be to try to accept and embody disorientation as a place of empowerment from where we can recalibrate our senses, systems, bodies, and intuitions.
A mini revolution in protest of the search of the “north” or of one static clarity of rigid limits.
We can build our compass with disorientation, a compass that does not point north because that is not what we are looking for.
Like a cloud
A landmark that is not a landmark
A point of reference in movement
A cloud is also an umbral
In its atmospheric and digital form
A space of projection and navigation
There are those who know how to read the clouds and thus anticipate or understand events and phenomena of the systems of which we are part of. Some find in the clouds a reflection of themselves, as if they were a mirror. A mirror is also an umbral.
El umbral, the mirror, the cloud, are all borders that contain and shape us.
A cloud is a system that is nomadic and in transition that probably originates from the ocean and travels across the atmosphere guided by fluctuations in pressure and radiation, without the need to ask permission to pass through customs and other arbitrary borders.
A cloud probably originates from the ocean, the same ocean that is crossed by ducts and cables that move data and connect server farms that engorge the water to appease the thirst of a cloud that is not a cloud, but that seduces us with its intangible promise of freedom, but instead of freeing us, it submits us to its rules of hyperconnectivity, consumerism, control, and power.
We confuse ourselves and end up paying tribute to signals and codes, to 0s and 1s. We dissolve into information, inhabiting a machine that distorts time, we forget our bodies, we leave them behind, waiting in the other reality, that one where one gets sick and where tears taste salty.
We become a body without organs, we have mouths but we can not scream.
Maybe we are still sleeping.
That drastic fragmentation that implies crossing from one umbral to another keeps us dizzy. Maybe now would be a good moment to set an alarm and wake up. We need a ground wire so we remember that in spite of surfing far away through 0s and 1s, we still adore the air we breathe and that, if the different types of clouds are mirrors of ourselves, we should stop living obsessed by control and maybe then they -and the ones controlling them- would stop controlling us in return. Maybe if we are escurridizos, like a cloud or like the water that composes it, and we learn to inhabit multidimensionally, there wouldn’t be much left to control. We dilute into the air, not to disappear, but to appear in multiple forms.
Instead of living fragmented and in a constant discord with reality and our identities, we could explore fragmentation as an opportunity. We live between umbrales, we inhabit the border, we are not from here nor there, however instead of not being from anywhere, we can choose to fluidly be from many places. Maybe we can learn to “see through serpent and eagle eyes” as Gloria Anzaldúa proposes. Maybe we can think up models to explore ways of inhabiting umbrales in flux and that way not have to fragment ourselves as much when we go from umbral to umbral. We can imagine strategies to navigate more fluidly the confusing reality that dilutes between our fingers. This is why we have to work on our own plasticity and learn from the water that becomes cloud, living in a constant transition from phase to phase.
Models are useful to propose and give shape, to prototype and communicate ideas. They are instruments to think while doing. As a collection of models, this exhibition gathers and puts in dialogue the work of artists that live between worlds and explore multidimensional spaces of care, fractalic multiplicities, more-than-human coexistence and interdependency, where imagination and speculation are political tools that rewrite history from other perceptual and temporal registers.
This intangible exhibition proposes a place of action and poetics that rearticulates our relationship with others; including other types of intelligences and collectivities outside of the human brain; listening with respect and learning from hidden and resilient knowledge. Models where dreams are seeds and stomachs at the same time, and there are vibrational rituals that alter how we absorb the world of which we are part of.
All of them can be understood as a way of inhabiting moving umbrales. Each one composes and explores different possible ways of inhabiting a porous and dynamic reality. Through their work this group or artists propose experiments and models to travel in a drift between realities and different simultaneous dimensions where fiction helps us to reorganize reality, and where we resist linear and hegemonic notions of being, inhabiting, and building worlds. A space for stimulating experimentation that responds to a moment, where it is urgent to question and reformulate what we take for granted, and to put into practice ways of fluidly inhabiting a house in constant flux.